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lunes, 17 de octubre de 2011

Sábado 15 de Octubre de 2011


ME MARCHO

Cruzaré la puerta y, en alto vuelo,
ignorando los vaivenes del destino,
mis alas no cesarán de batir.

¿Quién no se maravilló alguna vez
al avistar lámparas encendidas
al otro lado del camino y, estremecido,
se apresuró a recorrerlo?

Me marcho para que las horas
no se duerman en la crisálida,
y para surcar, una vez más,
un mar de letras.

Antonia López
Taller: sábados, 16 hs


ME MARCHO

Sobre tacones de aguja
una mujer recoge su ligero equipaje,
ha esperado mil días para tejer su marcha.

Modelada para esposa fiel y madre incomparable
aprendió la lección de disciplina mansa,
en ese desempeño fue perdiendo sus alas,
arrojó sus disfraces de sultana entre focos
su voz se eclipsaba en un filo infinito,
en su entorno todo sonaba a abatimiento.

Cuando ya no pudo alcanzar la leve rama
que sostenía su orgullo,
buscó en el diccionario la palabra rechazo
y de ella fue sacando
las hélices de cólera que le robo la noche,
las alzas que hoy levanta para saltar la hondura
que se llevó sus sueños.

Ana Velasco
Taller: Sábado 16h.


YA ME VOY

En plena sombra,
sobre su silencio inundado,
he paseado con una costumbre,
perdidos sus años huérfanos de ramas.

Delicada como una fuente de jirafas sin oficio,
amante del vendedor de bolsas de nubes enfermas,
soñando siempre con la sequía de estanterías de esquinas antiguas.

Alguacil o aspirante a lo que queda del humo,
helicóptero o personaje submarino que come de puntillas..

Me contó como esta tarde de Enero
todos esperaban que diría una hora después de morir.

Hernán Kozak
Taller de los Sábados a las 17.00


YA ME VOY

“Pero, ahora, mira, son sombras lo que empujas,
¿no has visto que son sombras’
Dámaso Alonso, “El último Caín”

Me figuraba que esto iba a durar mil años.

Los derroteros de la muerte,
la senda oscurísima que tus pies se afanan en seguir,
la profundidad obsequiosa y cruel
con que te persignas ante la fúnebre cohorte
que cruza cada tarde tu puerta entreabierta,
parecían las cuartillas periódicas
de una novelilla por entregas,
en la que el protagonista jamás se parecía a mí.

Qué suerte he tenido, pensaba en silencio,
haber nacido inmortal
mientras tanta gente
empecinadamente sigue muriendo.

Pero he ahí que tú también te empeñas en morir
y poco a poco te vas deshaciendo de tus cosas.

Ahora, entre el vendaval y yo, no queda nada
para enceguecerme de duelo.

Esa luz, esa oscuridad que fulge y se apaga,
ese resplandor que tu sombra me negaba,
es a mí a quien ahora retrata.

Esta novelilla, que con artificios alargaba,
toca a su final clavando sus nudillos en mi puerta.
Viene a seducirme con sus vagas promesas
de inmortalidad y truculentos rezos.

¡Qué falso es todo esto!
Tu necrófago ritual y tus lamentos.

¿Acaso no sabías que por cada verso,
el cielo pagaba un poco menos por tus restos?
¿Qué tu cuerpo poco a poco se quedaba en palabras?

Tantas cosas por decir,
tantas homéricas batallas,
y tú ahí esperando como un muerto,
que la vida nunca acabe para ti.

Ruy Henríquez
14 de octubre de 2011


Arquetipos insinuantes

Con la esperanza perdida,
entre matorrales de vidrio,
sangraban mis párpados
tratando de ahuyentar toda ceguera.

Los cuerpos mutilados
y la piel hecha estrías,
incapaz de volver a su forma original.

En nombre de la libertad
muchas curvas se extinguieron,
pero las alas de una gaviota
elevaron, torpemente, su vuelo
anidando arquetipos insinuantes
en el borde más opaco del sol.

Paloma Benito (17/9/2011)
Taller de Carmen Salamanca (16h)

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