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lunes, 7 de noviembre de 2011

Sábado 5 de Noviembre de 2011


LA META

Fue como si la luna
se posara en mi codo izquierdo
y abriera sus alas para mirarme.
No recuerdo otra cosa,
que el camino de sombreros de cactus,
el pincel que traía contadas las cataratas,
y aquel hombre al que le faltaba la mitad
de la palabra lluvia
cuando movía sus dedos ensangrentados.

Espero que ahora entiendan,
porque arranque todas las puertas
de la casa de muñecas
que guardaba bajo las tres y cuarto.

Espero que puedan indicarme
el sonido hacia la siguiente estación.

Hernán Kozak
Taller de los Sábados a las 17.00

LA HERIDA
Íbamos sofocando las lágrimas,
por la vereda de la ira
los crisantemos tenían un solo color,
la herida fue tan profunda
que tiñó todas las raíces
y hasta las piedras sudaban sangre.

Ana Velasco
Taller: Sábados 16h.

L a meta

Blanco sobre blanco
y una mancha diluida en el vértice izquierdo,
a punto de caer en mi propio laberinto,
queriendo alcanzar alguna meta;
ella, en un acto de generosidad, se acercó unos centímetros
hasta perder sus bordes. Luego, alzándose victoriosa,
se dibujó como una línea sola, sin mí.

Paloma Benito


LA META
Horas de soledad
Y nunca jamás
me sentí tan vivamente acompañada.
Invisible dimensión de un encuentro poético.
Machado, a pesar de muerto logras
que otros se acerquen a tus vivos versos,
que clavan en el alma
con la bestialidad de unos labios inmortales,
y de belleza etérea.
Duele, duele vivir si no es con poesía.

Montserrat Gómez

LA META

Atado de pies y manos
a voces infinitas,
apostado en la salida
que cuatro ángulos limitan,
como cuatro ángeles férreos
la comisura de mis párpados,
la meta me dará alcance
sin medir la distancia.

Antonia López

LA META

¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Por qué?
¿Acaso saben ustedes dónde queda?

Quizá sea un escorpión con brios de nácar
revolcándose en el trigal el que, sin más, se acerque,
a la lagartija de dulce mirada
suponiendo que la corte del rey amparará su romance.

Pero, si salimos de las ácaros y las esporas por profanar la vida
y adentramos nuestras almas en el reino de Dios
¿cómo conocer su cara de ojo sin morir de miedo?

Podemos balancear los sentimientos,
contar los latidos del tiempo,
plantar un verbo en soledad
y regarlo con viñetas de humor,
quizá luzca el sol cuando la meta.

¡No, qué barbaridad!
Estáis llegando a lo más alto, os veo cabizbajos, sin aliento,
diseñando puntos de unión en el mercado de letras,
derrochando violentas pinceladas en planos falsos,
estructuras deformadas por el odio,
¡qué inestable el cariño cuando se compra a granel!

Un kilo de azul cielo pesa lo mismo que tus besos.
Un amante de hologramas fomenta las caricias
y ya no sé, si quiero llegar o esperar o
rendir homenaje a la paciencia que la meta esconde
allí, al otro lado del río, sentada con su guadaña.

Magdalena Salamanca


EL FUEGO QUE ARREBATO

Desde el umbral de mi piel,
recorro caminos infinitos
de amores y desencuentros
donde una mujer cae en mis sábanas
para poder sostener esta locura.

Se queman mis manos cuando tu voz
aparece como un caballo sin ley,
en las cercanías de mi cuerpo,
en la agónica oscuridad que me esclaviza
y en la cima que rodea toda esa pasión.

Tratando de encontrarte,
me pierdo en tu espalda,
me hago humo entre palabras
y caigo en el medio justo de tu ser.

Arrebato el perfume de tu canto,
la cálida fracción de tus pupilas,
el fuego sagrado que nos une.

LEANDRO BRISCIOLI


LA META

Sobre el cristal, ufanas se reflejan,
en blanquecinos bronces,
las claras cadencias de su nombre
y las múltiples regiones que le llenan.

Es una tumba en el aire desgarrada,
es un fulgor de hombre ametrallado.

Es un dolor que no sabe que su meta
es temblar y nombrar a cada paso.

Ella doblega la sombra
y despereza su alma de costado,
su pérfida costumbre de soñar
y ser cantado,
mientras poco a poco
en versos se deshace.


Ruy Henríquez
5 de noviembre de 2011

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