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domingo, 5 de diciembre de 2010




VOLANDO RAPIDO

Soy el viento que se agita,
ningún despertar queda en los sedimentos.
Cada llanto, cada risa, todo reclamo de silencio
es un abrazo de este brío inquieto.

No soy ave espoleada por la quimera de estaciones,
mi trashumancia es una exploración de oquedades
donde insertar una palabra, un abismo, una porfía,
en un campo baldío de sueños.

Mi latido no está petrificado,
lo lleva el corazón de un halcón peregrino,
palpita a golpe de extravío y,
galopando en estela de golondrina,
se desliza en vuelo de cometas
hacía el arco iris del ingenio.

Ana Velasco
Taller: Sábado 15h.






VISTO ASI...

Visto así,
los ocres de este silencio
pueden matar hasta un águila voraz
cruzando la cordillera,
vaciando los desvíos
salvajes del futuro
y cayendo infinitamente
en los brazos de alguna muerte.

Distantes,
entre bocanadas y preludios,
los átomos violentos de uno mismo
desaparecen conectando con otro entusiasmo,
otra realidad.

Ella dice que su espalda recorre mis heridas,
que se clavan entre palabras oxidadas
y lamentos licuados por la ausencia.

No será posible envejecer sin ideas,
desafinando tempestades mortales,
los árboles del hastío morirán de pie.

Leandro Briscioli







VOLANDO RÁPIDO

Ya es tarde para clavarse
a los pies del silencio.

Vuelan sin sello las palabras,
la vida se abre a su secreto.

Bella trampa de Venus: desnuda,
me libero de tu red.

Antonia López
Taller: sábados a las 15 hs








ALAS INSACIABLES

Detrás de tu imagen,
quizás tan sólo nube,
brisa ardiente,
música del mundo.

En esos espacios,
imagino mi boca
y saliendo de ella,
una vida desconocida.

Canciones anómalas
vienen a mí y, también,
algunas elegías
atraídas por el horizonte:
murmullos sobre mis noches
y el tren se deshace
rodando humos
redoblados esqueletos.

Y, sin saber,
a lo largo de hondonadas primitivas,
en el viento, construyo risas
idénticas a la sangre.

Ten presente lo que digo:
en mis hechizos,
ritos olvidados
viven
junto a indios
de miel helada,
apostados
al borde de caminos,
construidos como selvas,
pobladas
de chozas de cristal
y niebla purificada
por ácidos de tormentas.

Sobre afiladas peñascos,
abro filtros
al temblor de adioses,
en noches
exaltadas,
por alas insaciables.

Jaime Kozak
taller de los Sábados 13hs.






NO ME DI CUERDA

Boca a bajo,
como si el cielo quisiera
al oído confundirme con una vocal de fuego.
Como si tu espalda fuera una línea,
a la que mis manos o las manos del árbol,
en lugar de adivinar, le dieran color.
Como si miles de solapas,
sin tijeras, ni ánimos incandescentes,
ni restos del vuelo de los pájaros,
señalaran con la decisión de la lluvia
que amedrenta el barro,
y dijeran, allí, allí, allí
hay una trampa de la que el hambre
quiere salir,
para alojarse en nuestro labios.

Hernán Kozak
Taller de los Sábados a las 17.00







NO ME DÍ CUERDA


Se zambullía el frío en cada mano
devorando las alertas y los nombres del poeta.

El silencio rechinaba, se hacía la sombra,
se inclinaban los minutos
y nadie parecía pedir al cuerpo
otra soledad, otras rejas,
una mueca de verdugo para el éxtasis.

Quede anonadada, bailando sin permiso
en medio de tu cuerpo para que saliese
algún sueño
y que pudiésemos tirar, en el acto,
varios disparos sobre la vida sencilla.

Cerré la ventana de la abstracción
recorrí algunas palabras, polvos y nudillos,
ejemplares insólitos de un vacío caído en el error.

No me di más cuerda, no medí, no medí más.

Clémence Loonis
Taller Sábado 17h









CONTRA VIENTO Y MAREA

Fui el discípulo de tu voz
y poco a poco
las crines lastimaron mi manos,
porque era la única sujeción
de tu invisible cuerpo.

Vértices de la lluvia,
el espíritu hecho carne en tu aliento,
se agita desnudo en las mañanas.

Si estuviera hecho de sangre…
sería como tú,
pero soy un cuerpo de palabras
que se deja leer, borrar

Y también quemar cuando es debido.

Asistí a mi propio funeral
disfrazado de felicidad.
Siento haberte pedido azul, a ti,
opaco cielo,
desconocidos goces que abrirán para mí
las puertas del futuro,
contra viento y marea,


Adrián Castaño
Sábado 15.00 hs






POEMA

Un hombre mece su cuerpo y canta,
con voz calma, una canción.

El acordeón recorta la tarde.

Sus notas
son el dolor del mundo.

La lluvia en los tejados
en los cristales
bajo la tierra.

A lo lejos
el sol amenaza con sus rayos
un arco iris.

El hombre calla
cuando el silencio
de la noche le habla
de alguna despedida.

Cruz González Cardeñosa
Taller: Sábados 17:00 h

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