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viernes, 6 de julio de 2012

Sábado 30 de junio de 2012


YO LA MIRABA

Yo la miraba,
cuando salía a caminar sin horas
y se perdía en los umbrales
que abrazaban la ciudad dormida.

Sus piernas,
respiraban de la esencia del asfalto,
iban recorriendo cada pequeño lugar
del horizonte hasta desaparecer.

Sus manos,
bellas e inmortales,
me decían al oído
que volver,
era cuestión del tiempo
y, que llegar,
una necesidad.

En sus ojos,
se podía ver el mundo,
los átomos transparentes
que llenaban de palabras la soledad.

Yo la miraba,
y, así,
fue imposible encontrarla.

LEANDRO BRISCIOLI

LATIDOS INOLVIDABLES

(A la Selección española por su segunda Eurocopa)


Los cimientos de las calles han vuelto a vibrar.
La euforia recorre el subsuelo
por las arterias de la gran España.

Latidos inolvidables,
sembrados de alegría, para las almas,
que la roja, alimenta con ritmo e ilusión.

Los invencibles, les llaman, pero la fuerza de la sangre
esta vez, no viene de la guerra o de la muerte,
esta vez, el color de la sangre fecunda los corazones,
abre las puertas del amor y riega, por ramificadas venas,
todos los rincones de una España que no se rinde.

Fortalecida, inyecta de virtudes color pasión,
unida por la palabra, la gente se viste de rojo carmesí,
y torea, con capote rojigualda, a los monstruos adinerados
que fingen su poder desde las alturas.

Gracias por la prolongación infinita del deseo,
gracias por sentir los colores de una bandera vuelta a renacer,
por el fervor de la juventud extendida al universo,
por la templanza necesaria de seguir cabalgando hasta el final,
gracias, queridos, por hacer, de vuestro trabajo, un triunfo para todos.

Magdalena Salamanca

YO LA MIRABA

Iba de blanco y estaba en el centro
de veintidós miradas triunfantes.

Animal de vida terrestre y alto vuelo,
era también presa fatal de sus redes,
su pólvora de pelotón de fusilamiento.


Antonia López


YO LA MIRABA

Y su mano recorría pergaminos,
como abejas ataviadas de palabras
que engendran un nuevo néctar
en el límite donde se bifurcan los senderos.

Abigarradas figuras tentaban, con alguna suerte,
el crepitar de mi goce, acompañando
el vuelo silencioso de la especie extraviada,
que, presta a buscar su refugio, imaginó el otro límite,
donde las piruetas dibujaban el aire.

Paloma Benito

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